Había una vez un profesional, que trabajaba en forma independiente, y facturaba todos los meses $ 18.000 mas IVA. Le iba muy bien y trabajaba mucho. Pagaba un alquiler de oficina de $ 1500, tenía una empleada a la que le pagaba un sueldo bruto de $ 2500, por la que pagaba cargas sociales de $ 835. Por su facturación, correspondiente el 50 % a la provincia de Bs As pagaba $ 315 de IIBB, le retenían por el impuesto a las ganancias $ 1872 y en su resumen bancario tenía debitos por el impuesto al cheque de $ 267.
Tenía una esposa y cuatro hijos. Sus gastos mensuales incluían: colegios por $ 2000, supermercado por $ 3000, prepaga por $ 2000, y otros gastos de la vida cotidiana por $ 4000, entre los que había consumos de nafta, seguros, facturas de luz, gas, teléfono, agua y otros servicios.
A todos los importes mencionados se le adicionaba el correspondiente impuesto al valor agregado.
Tenía una casita comprada en $ 350.000, y un auto modelo 2008 de un valor de $ 60.000. Pagaba Bienes Personales, patente e inmobiliario.
A fin de mes, había destinado el 42 % de sus ingresos en impuestos y terminaba con un déficit de $ 2507.
Un profesional que facturaba en la Argentina $ 18.000 por mes, no podía mantener a su esposa e hijos. El estado no le brindaba seguridad, cobertura de salud y educación.
Se fue al exterior, hoy vive con un auto modelo 2009, una casa de U$S 250.000 y puede ahorrar algo por mes. Afuera le dieron oportunidades que acá no tuvo.
No nos preguntemos mas porqué nuestros jóvenes se van, acá tenemos la respuesta.
Florencia
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